Publicado el 15 de octubre de 2015 por Antonio Rentero
La
respuesta parece ser unánime entre los principales fabricantes de
ordenadores con los que Microsoft mantiene diversos acuerdos de
colaboración. Una reacción similar a la de los fabricantes de móviles
cuando Google presenta un modelo Nexus, haciendo una competencia a
quienes pensaban que el desarrollador del sistema operativo que llevan
sus productos se iba a mantener a distancia. Lo peor es que no parecen
tener muchas ganas de exteriorizar excesivamente su malestar debido
precisamente a la dimensión del recién llegado rival.
Ayer mismo
te poníamos al corriente aquí en The Inquirer de algunas de las
reacciones y consecuencias de la llegada al mercado de Surface Book, no
especialmente bien recibida entre algunos fabricantes de portátiles con
los que Microsoft mantiene acuerdos de colaboración y a quienes hace
poca gracia un competidor como este.
Microsoft no habría
mantenido adecuadamente informados a sus colaboradores, diversas y
conocidas marcas fabricantes de ordenadores portátiles con los que
Surface Book compite de manera directa. Y ahora se tiene la sensación
desde estas marcas de que en cierto modo han sido traicionadas.
Marcas
que suelen equipar Windows como sistema operativo en sus dispositivos y
que hasta ahora habían trabajado de manera estrecha, buscando plantar
cara al “enemigo” común, Apple, ahora perciben que tenían otro “enemigo”
en casa.
Las primeras sospechas surgieron cuando se comenzó a
detectar que Microsoft ponía distancia con el tipo de dispositivo que es
Surface Pro, un híbrido tablet/portátil, para centrarse en desarrollar
un portátil. El movimiento situaba a la propia Microsoft en el puesto
que marcas como ASUS, Dell, HP, Lenovo y Samsung ocupan (ocupaban).
La
situación es incómoda para estas marcas que además se muestran más que
cautas con respecto a Microsoft, a quien califican como “león dormido” a
quien nadie tiene ganas ni de despertar ni tampoco de enfrentarse a su
poderío… ni siquiera cuando se inmiscuye en los negocios tradicionales
de dichas marcas.
De hecho incluso en público se ha recibido por
parte de algunas (HP, Lenovo…) con cierto ánimo la aparición de Surface
Book, casi dando la bienvenida a lo que en realidad es algo más que un
simple competidor. Y el problema es que en medio de tan grave crisis de
ventas de PC como es el momento que atravesamos (y que según los
analistas durará al menos hasta 2017, cuando repuntará levemente para
volver a caer) los fabricantes citados no tienen más recurso que vender
sus ordenadores mientras que Microsoft sí tiene otras áreas de negocio,
con lo que al adentrarse en un mercado en caída libre por fuerza
obtendrá su cuota, por pequeña que sea, a costa de la competencia.
Lo
peor es que no queda otra opción que pasar por el aro dado que no
existe alternativa en el mercado para que los fabricantes puedan
instalar un sistema operativo que tenga la aceptación masiva de Windows.
Y Microsoft lo sabe, evidentemente. Aunque tampoco desconoce que debe
mantener un equilibrio con los fabricantes de ordenadores sin los que
tampoco su sistema operativo y el resto de sus productos de software y
servicios podrían llegar al gran público.
Como consuelo (para los
fabricantes) quedaría el dato que dado el precio de Surface Book
($1.400) se trata realmente de un producto de nicho y de un nicho muy
reducido, apenas el 1 % del mercado de los portátiles se encuadra en ese
margen de precios con lo que se confirmaría esa confrontación que le
ubica en frente del MacBook de Apple, líder indiscutible en ese segmento
premium. Si hay alguien que puede dedicar sus esfuerzos a competir en
tan exclusivo sector ese es Microsoft, por lo que podría no ser tan
dramático para el resto de marcas, algunas de las cuales no tienen
realmente una gran presencia entre los equipos portátiles con precios en
torno a los $1.500.
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